Hay hilos que de
tan finos son transparentes. Él en un sitio, ella en otro, tan aparentemente
desvinculados. Pero aunque distantes, cada pequeño tirón afecta un lugar
diferente. A veces él gira la cabeza y ella siente cómo su pie se mueve hacia
esa dirección, sin quererlo. Si ella mueve los ojos al ver a alguien conocido,
él siente un cosquilleo en la nuca, que la recorre de lado a lado.
Así siguieron durante bastante tiempo, moviéndose, hablando, reaccionando, y casi no repararon en el efecto de cada uno de sus actos sobre el otro.
Con el tiempo, los hilos se fueron desgastando y se fueron rompiendo, uno a uno. Ahora, sólo se hacen sentir si están en la misma habitación, cuando ya no son necesarios. De lejos, es como si nunca hubiesen existido.
Con el tiempo, la cercanía pasó a imitar a la distancia.
Es sólo cuando él duerme que ella está en paz. Toda su intensa actividad mental
y todos esos hilos asociados -que usualmente inciden en partes diversas,
brazos, cadera, estómago- parecen aquietarse; cada sueño que la tiene como protagonista
es como todos los extremos de todos esos hilos acariciando su espalda.
Así siguieron durante bastante tiempo, moviéndose, hablando, reaccionando, y casi no repararon en el efecto de cada uno de sus actos sobre el otro.
Con el tiempo, los hilos se fueron desgastando y se fueron rompiendo, uno a uno. Ahora, sólo se hacen sentir si están en la misma habitación, cuando ya no son necesarios. De lejos, es como si nunca hubiesen existido.
Con el tiempo, la cercanía pasó a imitar a la distancia.
Con el tiempo, los hilos se van desgastando y se van rompiendo, uno a uno.
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