lunes, 1 de abril de 2013

ANDAR CON PERRO

Yo tuve un perro que entendía la soledad de los fumadores. El perro de mi vecino era mio los jueves de noche. Su otro dueño lo había bautizado Tobby, pero Darno respondía mejor al nombre que yo le había dado. Se comentaba en los bares que yo andaba con perro. Que caminaba con él, que hablaba con él y que en su silenciosa compañía, Darno, siempre salía a fumar conmigo. 
Los jueves de noche mi visión del mundo tenía mucho que ver con la entereza que aquel animal me transmitía. ¿Era yo un poco perro o era Darno algo hombre? Uno de esos jueves de invierno, solos y fumando bajo la helada que caía, tuvimos una charla espirituosa de almas eternas y reencarnación  Con el resople de vapor que salía de su hocico, noté que el perro se quedaba con la nicotina del infinito en su sangre. 
El domingo siguiente, cuando me avisaron que Tobby había sido arrollado por un coche, comprobé que Darno deseaba ser un poco más hombre, y al mismo tiempo entendí, que algunas cosas no se dicen en voz alta.

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