lunes, 9 de diciembre de 2013

El otro caballo blanco

Los Artigas preferían los tordillos. Es sabido que José, el prócer, tenía un excelso caballo blanco; pero Manuel, el primo, tenía uno mejor. Mateando después de planear la estrategia para la Batalla de Las Piedras, Manuel y José fueron a elegir sus caballos de una numerosa tropilla. De tres tordillos, José eligió el que miraba distante, el que perdía la vista en las lejanas planicies. Manuel se quedó con uno más petisón con pecho y ancas de guerrero. Claro, Manuel, que debía atacar la retaguardia apenas con picanas y boleadoras, precisaba potencia en las cuatro patas. “Buenos aplomos y firme atropellada”, fue su única sentencia.

Ayer en el hipódromo de Las Piedras vino a 20 un pingo al que le jugué. En el paseo tuve emociones que venían de tordillo petisón de pecho y ancas de guerrero, buenos aplomos, también es cierto. La recta sirvió de alfombra para la firme atropellada... ¡qué firme! una lanza que impuso 490 kilos de acero en la sombra del disco.

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